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miércoles, 30 de noviembre de 2011

Mi país de las maravillas


Acabo de dar uno de los paseos más bonitos de mi vida. Ha sido en un tractor, bajo un cielo estrellado y una luna sonriente como la del gato de Alicia. El tractor surcó por un bosque encantado, lleno de pendientes y ramas entrelazadas. El ruido del motor impedía una conversación con mi conductor, lo que me permitió dejarme llevar en silencio, sentir la brisa en la cara y disfrutar de un cielo de ensueño. Durante el viaje he pensado en muchas cosas y en nada al mismo tiempo. He sentido que mi vida era ese momento justo, sin pasado ni futuro, un presente continuo en el que mi vida se reducía a lo que sentía a cada instante que respiraba. Es el aquí y el ahora. Tu vida es esta que pasa mientras me lees. 


Mi país de las maravillas es mi vida, la que corre ajena al tic tac del reloj del conejo blanco. No importa lo que haga o lo que ocurra, ella siempre continúa. Y yo, a cada tic tac de mi respiración, espero estar inhalando toda la vida posible.

Allá donde estés, te reto a detener el tiempo frente a un atardecer o un cielo estrellado. No hay nada como la inmensidad del cielo para sentirnos pequeños y a la vez más vivos que nunca.

Disfruta de tu país de las maravillas.

Un beso,

Marta

martes, 22 de noviembre de 2011

Lizard Island EXISTE.



El sol cae en Lizard Island y lo único que se escucha son la brisa del mar y algún pájaro que le canta romántico al atardecer. Sentada en el balcón de la casa de madera escribo en una paz absoluta. El día ha sido ajetreado, hemos salido a bucear y hemos preparado parte del experimento bajo el mar. Ahora disfruto de un té mientras echo la vista atrás a las poco más de 48h que llevo aquí en la isla...

Llegué a Lizard en una avioneta junto con cuatro de mis nuevos compañeros. El vuelo duró una hora y se quedó corto... las vistas a la increíble Gran Barrera de Coral me dejaron sin habla. Una sonrisa cada vez más grande se dibujaba en mi cara a medida que nos acercábamos a nuestro destino. Sin duda, por mucho que a una le digan lo impresionante que es, hay que verlo para poder creerlo, sentirlo y admirarlo. Por ello, este post serán más imágenes que palabras.




Vistos desde el aire, los arrecifes de coral son cuadros pincelados por la mejor de las artistas, la naturaleza.

...


Desde lo más alto incluso nuestra avioneta se dibujaba única y resplandeciente sobre las nubes.


Y cuánto más nos acercábamos más impresionante...


Y por fin... Lizard Island apareció frente a mi.


Y así es como llegué a la isla de Lizard y confirmé que existe, que es más bella de lo que dicen y que va a ser dificil sacarme de aquí. Prometo más fotos y más historias :)


Un beso desde el paraíso,

Marta

jueves, 13 de octubre de 2011

LIZARD ISLAND - De leyenda a realidad.

Desde que llegué a la universidad escuché hablar de Lizard Island como un mito, un paraíso lejano al que sólo acceden algunos afortunados a través de contactos y redes secretas. Dicen que en la isla hay un resort de lujo y un centro de investigación, lo que reduce la población a recién casados, investigadores y currelas de hotel de lujo. Una pista de aterrizaje recibe avionetas con pasajeros que han pagado unos $800 para llegar hasta allí desde Cairns, la ciudad costera de Australia más cercana a la isla. Y con esto en mi cabeza... recibo un hermoso correo de mi profesor preguntándome si le puedo ayudar con su investigación en Lizard Island. Necesita una buceadora estupenda y experimentada como yo, dispuesta a sufrir durante dos semanas en esta isla y recoger datos de pececillos valientes del arrecife. Pues yo, que soy muy sufrida, he aceptado el cargo y estoy a la espera de mi billete de avión.

Desde entonces no paro de buscar información sobre Lizard con la intención de descifrar qué es leyenda urbana y que no. En mi curiosidad he intentado encontrar un billete de avión y lo único que he conseguido es un número de teléfono que cuando llamas lo debe coger algún tipo descalzo con camisa de lino que vive en la isla desde no sabe cuándo.

El 20 de Noviembre es el gran día, pero hasta que no reciba mi billete y ponga un pie en esa avioneta no me lo quiero creer mucho... Pero bueno, mientras tanto le voy sacando brillo a las aletas.
Un beso,

Marta

domingo, 30 de enero de 2011

DIARIO DE A BORDO. PARTE II


Siempre quise saber cómo es vivir en un barco, cómo son la cocina, la ducha, los cuartos… así que este post es para quienes cómo yo se han preguntado alguna vez cómo es una casa flotante y nunca han tenido la oportunidad de ver una.






En un barco no puede faltar un capitán.


Tampoco puede faltar una salita en la que comer, leer, conversar y pasar el rato. Esta vez también nos acompaña la tele con el Open de Australia y las noticias. Hay dos ciclones de camino a Queensland y la televisión se hace imprescindible para poder estar al tanto. Pero de esto hablaré en el siguiente post…


La cocina está en manos de Susi, una chef estupenda que me prepara unos platos vegetarianos riquísimos ñamñam



¡¡¡Qué rica la ducha después de un día de buceo!!! El agua sale calentita y todo :)



Imprescindible una llavecita para que la nevera no se abra cuando el barco está en marcha.



Igual con todas las puertas, para que no anden dando portazos todas tienen una clavija que las mantiene quietecitas. Aunque  las olas del viaje de anoche consiguieron hacer saltar una de ellas...



Como en cualquier otra casa, llega la noche y con ello la cena. Entonces el atardecer puede ser así de impresionante.



Hora de dormir. Dulces sueños y hasta prontito...


DIARIO DE A BORDO. PARTE I (en diferido)

Nunca antes había vivido en un barco. Desde lo más alto de él veo la puesta de sol mientras pienso en todo y en nada al mismo tiempo. Estoy completamente rodeada de agua y mis rizos se secan con la brisa del mar después de un largo pero maravilloso día de trabajo. Es mi cuarto día y finalmente siento entrar en rutina. Los dos primeros días fueron confusos, con fuertes lluvias y vientos que nos hicieron abortar buceos en más de una ocasión. Ahora por fin brilla el sol y el mar está tan en calma que le pone a una los vellos de punta. Tal vez está en calma porque está tomando carrerilla… está previsto un ciclón en la zona dentro de cuatro días. Un ciclón. Una vez vi uno en la tele y no estoy segura de que me apetezca estar en uno cuando me encuentro en un barco en mitad del mar. Pero no, la estrategia es otra; volvemos a puerto, nos acomodamos en un hotel y cenamos con un vinito. Es una buena alternativa… pero lo cierto es que no me quiero bajar del barco. Sólo la fuerza de un ciclón será capaz de hacerlo.

Mientras el ciclón se decide a venir o no yo disfruto de los encantos de vivir en un barco en mitad de la Gran Barrera. También disfruto de los desencantos, que los hay. Los últimos se reducen a la posibilidad de sentirte atrapada. Un día de lluvia y tormenta está bien, pero cuantos más días de lluvia, más pequeño se va haciendo el barco. Así de rápido aprendí que cuando se vive en un barco la buena compañía se hace imprescindible. Igualmente, la impresión de ver la lluvia caer y el viento soplar con fuerza desde mitad del océano es increíble. El barco se puede hacer más pequeñito, pero al tiempo se hace acogedor.


Y cuando sale el sol…. Oh cuando sale el sol. El mar queda en calma y mi alma le acompaña. Es entonces cuando las palabras se quedan cortas y las imágenes no hacen juicio. Hay que estar, verlo y sentirlo para poder creerlo. Con un día de sol y mar en calma todos los días de lluvia valen la pena. Para acercaros lo más posible a esta sensación os he dedicado un pequeño video…. Que lo disfruten :)

lunes, 13 de diciembre de 2010

Mi puzzle es todo azul. Parte I

Mi primer semestre acabó y el verano llegó a Australia. Los espumillones navideños se mezclan con el calor y el sonido de las cigarras, tan propio de mis veranos en Almería y tan impropio de mis Navidades en Madrid. Con sus rarezas Australia cada día me gusta más. Con todo lo que supone mudarse a un país lejano y a tan sólo seis meses de mi aterrizaje, poco a poco siento que mi cuerpo se acopla como la pieza de un puzzle por montar. Pasada la crisis de los dos meses y la crisis de los primeros exámenes las cosas empiezan a tener más sentido y todo parece un poco más fácil. Nunca nada es del todo fácil, pero mientras escribo sentada en este barco, digo... balcón, echo la vista atrás y me da gustito pensar en las subidas y bajadas de los últimos meses. Una de las mejores subidas ocurrió esta semana pasada y como no, el lugar no pudo ser otro que una isla...


Orpheus Island está localizada a dos horas al norte de Townsville en coche y veinte minutos en barco dirección este. Dicen que en la isla hay un resort de lujo en el que han estado personajes como Elton John pero yo, ajena al mundo de super lujo y celebridades, pasé mi estancia en la estación de investigación que tiene mi universidad. Como estudiante de biología marina esa estación supera con creces las cinco estrellas. El complejo consta de edificios de madera pintados de  verde y azul, a juego con el paisaje. Todo el equipamiento gira en torno a los investigadores, estudiantes y voluntarios que tienen la oportunidad de pasar días, semanas o meses en la isla. Los laboratorios están situados frente a la playa, alineados con tanques de agua que contienen corales, esponjas, peces o cualquier bicho marino que esté bajo la lupa de algún científico.

Lo que más me impresionó de la estación fueron la simplicidad y eficacia de las instalaciones. También me impresionó la cantidad de bichos por metro cuadrado,  entre las cucarachas de toda la vida se paseaban saltamontes hoja, insectos palo y escarabajos rinoceronte. Pero mis favoritas acabaron siendo dos ranas verde esmeralda que viven en dos agujeros junto a los lavabos. Se pasan todo el día ahí metidas, a veces por la noche salía una del agujerito y se sentaba junto a él a la espera de algún insecto despistado. Luego vuelta al agujero. Me pasé horas observando esas ranas... El documental casero que os ofrezco  aquí abajo muestra como una de las ranitas sale a cenar... y se queda con la pata de la cucaracha asomando por la boca. No tiene desperdicio, cuánta personalidad en una cosa tan pequeña.



 
Pero bueno, aunque le dediqué mucho tiempo, mi propósito en aquella estación  no eran los bichos terrestres sino ayudar a Steve en su investigación sobre esponjas marinas. Salí a bucear tres veces cada día en una barca de la estación junto con Eddie, el otro voluntario. El propósito de los buceos era recoger esponjas para el laboratorio y recoger larvas de aquellas a las que pusimos un curioso sistema de captura para los desoves en aguas abiertas. Una de las obviedades que descubrí esta semana ayudando en la investigación es que lo mismo da un estudio sociológico que un estudio científico, nunca nada sale como una espera. Steve ha conseguido recoger miles de larvas al día durante los últimos años, pero este año... no llegaron a mil en una semana. En lugar de respuestas Steve se enfrenta ahora a un montón de preguntas. En cambio yo, paradógicamente, en esos días encontré más respuestas que preguntas en lo que a mi respecta. Regresé de la isla algo más morena y con las ideas un poco más claras. El puzzle de miles de millones de piezas que forman mi cabeza es un fondo de tonalidades azules difícil de montar y tras regresar de Orpheus island tengo la sensación de haber colocado una pieza de esas que hace meses estás dándole vueltas y tratando de encajar. Aun así, todavía me quedan tantas... no nos engañemos, el puzzle de nuestra mente es infinito, pero no por ello hay que dejarlo a medias. Lo divertido es montarlo, no terminarlo ¿no?

(continuará...)

sábado, 12 de diciembre de 2009

UN MAR DE RECUERDOS

Aquí se acaba mi experiencia en las Seychelles. Tengo la maleta hecha y estoy esperando a que el sol suba alto para despedirme de la Bahía de la mejor manera posible; con tubo y aletas.
Recorreré el arrecife satisfecha, poniéndole nombre a los corales y a los peces que nadan a mi alrededor, feliz de saber que me marcho de aquí sabiendo algo más sobre las profundidades del mar.

Recordaré las Seychelles como el lugar en el que aprendí identificación de peces, de corales y metodología de investigación en arrecifes de coral. En las Seychelles también enseñé lo que pude a quienes llegaron detrás de mí; peces, corales, buceo avanzado y primeros auxilios. Cada lunes y martes disfruté de los talleres de conservación marina con 41 niños y niñas que reunidos en la playa venían a aprender de mí pero que al final me enseñaron más cosas ellos a mí…

He visto tiburones de punta blanca, de punta negra y tiburones limón. He visto tortugas, rayas, morenas, pulpos, langostas, calamares, peces caja, peces globo, peces león, peces loro, peces conejo… caracolas, estrellas de mar, peces gigantes, peces microscópicos, peces siesos, peces multicolores… y mi vida ya nunca será igual desde que descubrí la existencia de los nudibranqueos.

He pasado horas en el barco, en el agua, he hecho pan y galletas para aburrir, he cargado y descargado botellas un millóndoscientascuarentayochomil veces, he aprendido a abrir cocos en menos de… diez minutos, una vez tuve la suerte de ver una tortuga desovando en la playa.
También me tropecé cientos de veces y cientos de veces me volví a poner en pie, y una noche me di el lujo de salir de fiesta y pasármelo como una enana.

Y como siempre, lo mejor que una puede llevarse de cualquier lugar es amistad. Elías fue mi mejor compañía durante los primeros meses. Con él descubrí las Seychelles, por tierra y por mar, reí hasta reventar y arreglé el mundo durante horas en interminables charlas.
Gemma ha sido la mejor compañera de trabajo y cuarto que nunca pudiera haber tenido. Con ella me he escaqueado de la jefa decenas de veces, me he bañado en cueros en alta mar y he visto miles de películas a la luz de las velas. A ambos les doy las gracias por hacer de mis días en las Seychelles algo inolvidable, les deseo lo mejor y espero volver a verles algún día no muy lejano :)

También he tenido días de mierda, pero de eso… no tengo fotos.

Un beso muy grande. Nos vemos muy pronto!
martita

domingo, 29 de noviembre de 2009

PISANDO TIERRA FIRME CON VISTAS AL MAR

Cuando llegamos a la pica del monte me quedé casi sin respiración al admirar la belleza de la isla. Estoy acostumbrada a observar el mundo desde abajo, desde la profundidad del océano, y subir hasta allí arriba me hizo recordar la belleza de tierra firme. Con tanto buceo a veces cometo el error de desligarme del mundo que vive por encima del nivel del mar. Por eso, caminar entre árboles cubiertos de musgo, descubrir caracoles y setas del tamaño de un guisante y llegar a la cima desde la cual el horizonte apenas es perceptible me hizo abrir los ojos a la isla de manera diferente. Parece mentira que lleve aquí casi cinco meses y que a dos semanas de mi regreso descubra algo así. Pero nunca es tarde, dicen, y ahora una vez al día me enfundo unas zapatillas viejas para correr por el monte mientras admiro la belleza del mar. De esta manera mi corazón intenta regresar a tierra firme sin abandonar su infinito amor por el mar. Mientras corro recuerdo las historias de hadas que tanto me gustaban de pequeña, los dibujos a lápiz de árboles encantados que pintaba ya de mayor y me pregunto cuándo fue la última vez que vi una seta de color rojo .
Últimamente, cuando buceo con snorkel y me sumerjo conteniendo la respiración me doy cuenta de que hay un momento en el que olvido por completo que no puedo respirar bajo el agua. Puede ser la costumbre de bucear con botella o puede ser que desearía tanto tener branquias que simplemente por momentos me creo que soy un pez. Persigo un calamar y olvido que tengo que subir a tomar aire. Bajo a seis metros, me topo con un erizo-lápiz de preciosos colores y la necesidad de respirar pasa a un segundo plano… Pequeñeces del mundo submarino que me hechizan momentáneamente. Y de pronto, un día subo al monte y me delato mirando un simple gusano durante minutos… y así, mi alma redescubre las grandes pequeñeces del mundo que viven por encima del nivel del mar. No sé en qué momento olvidé lo mucho que me gusta perderme por el bosque o el crujir de la nieve bajo mis pies pero aquí sentada me prometo a mi misma no olvidarlo más.
Hace tres día el mar le regaló un tiburón ballena a Gemma, mi compañera de aventuras en las Seychelles, y entonces recuerdo cuando el bosque de Yosemite me regaló un oso a mí. No puedo vivir sin el mar, pero tampoco puedo vivir sin tierra firme. Mis pies necesitan un terreno en el que poder pisar con fuerza para hacerse oír.
Las zapatillas viejas retumban en el suelo mientras corro al ritmo de mis pensamientos, mi corazón palpita con fuerza y mis pulmones me piden la entrada de aire constante… corro por el monte junto al mar… y me siento increíblemente viva.
Besos
marti
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