Mi primer semestre acabó y el verano llegó a Australia. Los espumillones navideños se mezclan con el calor y el sonido de las cigarras, tan propio de mis veranos en Almería y tan impropio de mis Navidades en Madrid. Con sus rarezas Australia cada día me gusta más. Con todo lo que supone mudarse a un país lejano y a tan sólo seis meses de mi aterrizaje, poco a poco siento que mi cuerpo se acopla como la pieza de un puzzle por montar. Pasada la crisis de los dos meses y la crisis de los primeros exámenes las cosas empiezan a tener más sentido y todo parece un poco más fácil. Nunca nada es del todo fácil, pero mientras escribo sentada en este barco, digo... balcón, echo la vista atrás y me da gustito pensar en las subidas y bajadas de los últimos meses. Una de las mejores subidas ocurrió esta semana pasada y como no, el lugar no pudo ser otro que una isla...
Orpheus Island está localizada a dos horas al norte de Townsville en coche y veinte minutos en barco dirección este. Dicen que en la isla hay un resort de lujo en el que han estado personajes como Elton John pero yo, ajena al mundo de super lujo y celebridades, pasé mi estancia en la estación de investigación que tiene mi universidad. Como estudiante de biología marina esa estación supera con creces las cinco estrellas. El complejo consta de edificios de madera pintados de verde y azul, a juego con el paisaje. Todo el equipamiento gira en torno a los investigadores, estudiantes y voluntarios que tienen la oportunidad de pasar días, semanas o meses en la isla. Los laboratorios están situados frente a la playa, alineados con tanques de agua que contienen corales, esponjas, peces o cualquier bicho marino que esté bajo la lupa de algún científico.
Lo que más me impresionó de la estación fueron la simplicidad y eficacia de las instalaciones. También me impresionó la cantidad de bichos por metro cuadrado, entre las cucarachas de toda la vida se paseaban saltamontes hoja, insectos palo y escarabajos rinoceronte. Pero mis favoritas acabaron siendo dos ranas verde esmeralda que viven en dos agujeros junto a los lavabos. Se pasan todo el día ahí metidas, a veces por la noche salía una del agujerito y se sentaba junto a él a la espera de algún insecto despistado. Luego vuelta al agujero. Me pasé horas observando esas ranas... El documental casero que os ofrezco aquí abajo muestra como una de las ranitas sale a cenar... y se queda con la pata de la cucaracha asomando por la boca. No tiene desperdicio, cuánta personalidad en una cosa tan pequeña.
Pero bueno, aunque le dediqué mucho tiempo, mi propósito en aquella estación no eran los bichos terrestres sino ayudar a Steve en su investigación sobre esponjas marinas. Salí a bucear tres veces cada día en una barca de la estación junto con Eddie, el otro voluntario. El propósito de los buceos era recoger esponjas para el laboratorio y recoger larvas de aquellas a las que pusimos un curioso sistema de captura para los desoves en aguas abiertas. Una de las obviedades que descubrí esta semana ayudando en la investigación es que lo mismo da un estudio sociológico que un estudio científico, nunca nada sale como una espera. Steve ha conseguido recoger miles de larvas al día durante los últimos años, pero este año... no llegaron a mil en una semana. En lugar de respuestas Steve se enfrenta ahora a un montón de preguntas. En cambio yo, paradógicamente, en esos días encontré más respuestas que preguntas en lo que a mi respecta. Regresé de la isla algo más morena y con las ideas un poco más claras. El puzzle de miles de millones de piezas que forman mi cabeza es un fondo de tonalidades azules difícil de montar y tras regresar de Orpheus island tengo la sensación de haber colocado una pieza de esas que hace meses estás dándole vueltas y tratando de encajar. Aun así, todavía me quedan tantas... no nos engañemos, el puzzle de nuestra mente es infinito, pero no por ello hay que dejarlo a medias. Lo divertido es montarlo, no terminarlo ¿no?
(continuará...)
Wow mujer qué vida tan padre tienes, ¡bucear! mira que aprenderé mas de Australia a través de ti. Me enamoré de la ranita. Tu blog es padrísimo ya te lo había dicho, te mando un saludo y sigue armando tu puzzle que va muy bien, besos.
ResponderEliminarhahaha me parece de coña la cara de la rana y se keli jajajaaaaaaaaa claro que si hay que seguir montando puzzles
ResponderEliminar¡¡No hay palabras para describir lo de la ranita!! :D Mi puzzle se ha completado un poquito más estas Navidades, pero todavía me queda taaaaaaaaaanto ;)
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