MI AVATAR Y YO

Cada día que paso sin publicar se hace un huequito más grande en mi. Se acerca la temporada de exámenes en Australia y probablemente la mayoría de los que me leéis sabéis lo que eso supone. En cinco semanas termino mi primer semestre. Se me ponen los pelos de punta.

Pero venía yo a contaros la merecida escapada antes de la temporada de encierro. Mi amiga Stephie y yo decidimos pasar un fin de semana en la bonita Magnetic Island para recargar fuerzas. No es la primera vez que visito la islita, ni tampoco la primera vez que escribo sobre ella en el blog. Lo hice aquí y me da un placer tremendo poder hacerlo de nuevo.

Tardo en llegar a Magnetic island poco más de una hora, lo que tardo desde que pongo un pie fuera de mi casa y ese mismo pie pisa la isla. Aun así, cuando estoy allí es como si hubiera cogido un vuelo internacional y estuviera a miles de kilómetros de mi casa. De mis libros. De mis agobios. De mi vida. Siento que estoy en otra vida, esa vida que todos tenemos cuando dejamos atrás la rutina y la sustituímos por una sonrisa idiotizada. Cámara en mano, tubo y aletas, pareo, crema del 50, un libro y una amiga. No me faltó de nada. Vimos un precioso koala, que para variar estaba durmiendo. Me aposté a que estaba soñando con su otra vida, en la que corre, salta de árbol en árbol y se acurruca con otros koalas. Deberían plantearse dejar el eucalipto... creo que también lo comen dormidos. 

Todo es de colores en mi otra vida. Hasta los pájaros parecen pintarse las plumas con más ímpetu que de costumbre. Me descalzo, entierro mis pies en la arena, cierro los ojos y ronroneo deliberadamente. Luego me doy un buceo, leo un libro, arreglo el mundo con Stephie y terminamos saltando como locas junto a la orilla olvidando completamente lo que nos parece otra vida.

 

La vuelta a casa está llena de sal y de arena. Abro la puerta e invado mi cuarto con olor a mar y es en ese mismo instante en el que mis dos vidas se encuentran. Miro mi estantería y todo tiene sentido; mis libros de corales, de nudibranqueos, mis fotos bajo el agua en la pared, mi tortuga... Entonces descubro que mi sombra es mi avatar y que mi otra vida no es otra vida sino la razón de mi día a día.  

Estoy de suerte, porque ahora sé que mi avatar y yo caminamos por este mundo de la mano.