El calor que hace en esta época del año en las Seychelles es soporífero. Podría ducharme tres veces al día y todavía sudar lo inimaginable. La época de lluvias se marcha, dejando atrás una selva bien regada y un huerto aquí en la base lleno de tomates, pimientos, calabazas y papayas. El sol pega desde lo alto con su potencia máxima y la única manera real de soportarlo es pasarse el día en el agua. Buceando. Y así se hacen las cosas aquí en mi campamento, Cap Ternay. Esta nueva expedición tiene 23 nuevos voluntarios y esta vez yo estoy al otro lado, junto con ocho compañeros, dando clases de buceo y enseñando a los voluntarios todo lo que hay que hacer para que el campamento básicamente no se venga abajo y las investigaciones se lleven a cabo.
La pasada expedición, en la que yo era voluntaria, estuvimos contando peces durante semanas. Esta vez estudiaremos los corales. Catorce familias y cuarenta y siete géneros. Tengo que reconocer que los corales es algo que me impresiona… Los primeros buceos que he dedicado a aprender a identificarlos han sido como viajes a un mundo paralelo. En un instante empiezas a ver el fondo marino con otros ojos, las cosas más minúsculas e insignificantes aparecen ante tus ojos llenas de color y de vida. Cientos de corales brotan de todos los rincones posibles del arrecife y descubres con alegría cómo las Seychelles empieza a levantar cabeza tras el duro blanqueamiento del 98. De pronto hay vida infinita allí donde miras y los 45 minutos que pasas bajo el agua se convierten en un viaje que transcurre en un metro cuadrado pero en el cual se concentran casi tantos corales y seres como estrellas en el cielo. En estos buceos el tiempo se me pasa volando y cuando llega la hora de salir me apetece ponerme a lloriquear como una niña pequeña que no quiere irse del parque a casa. Y como si de un parque se tratase,los seres que con más ansia busco y persigo son los nudibranqueos, o lo que podríamos llamar gusanos de mar. Son pequeñitos, de preciosos colores, rayados o con lunares, con branquias que parecen coronas o elegantes plumeros… Se esconden por el arrecife en busca de su comida favorita. La mayoría de las especies se alimentan de algas, esponjas, anémonas y corales blandos. Sus brillantes colores no son sino una alerta a sus predadores de la toxicidad de su cuerpo. Ningún pez sería capaz de olvidar la experiencia de llevarse uno a la boca… Yo, personalmente, cada vez que veo uno soy incapaz de olvidar la experiencia…
Recuerdos desde las profundidades del Índico,
Marta
*Elias, thanks for your nice pictures… ;)
NENA, QUE BONITO VOLVER A ENCONTRARTE, ESO DE QUE BAJO EL MAR HAY GUSANITOS ES NUEVO PARA MI, Y ADEMAS CON MALA LECHE, QUIERO DECIR CON VENENITO INCLUIDO.. BESITOS DE MAMA
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ResponderEliminarHola pequeñaja, me hace muy feliz ver como disfrutas del mar y de sus habitantes. Esta claro que algo de tu padre, que no es el parecido fisico pero la afición marina, teneis en la herencia genética tanto tu como Barbi. Sigue trabajando duro y veras a donde eres capaz de llegar ...
ResponderEliminarBesazos de tu papín y .. fan