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viernes, 4 de febrero de 2011

SOBREVIVIR AL CICLÓN YASI

El jardín de mi casa antes y después del ciclón Yasi

Hace menos de 10 minutos que recuperamos la electricidad en casa. En ese justo momento Stephie y yo nos disponíamos a salir por la puerta a la aventura de buscar un camping gas y unas velas después de 37 horas sin luz y una cena a la luz de cuatro velas de cumpleaños que duraron exactamente cuatro minutos. Y digo a la aventura porque encontrar una tienda abierta puede resultar cosa complicada, pero encontrar velas o un camping gas ni os cuento... El día antes del ciclón ya no quedaba nada en las tiendas. Ni agua, ni pan, ni radios, ni nada de nada. Y justo en el momento en que nos estamos poniendo las mochilas se oye un 'pirurí' que me recuerda a un sonido al que le tengo algo de manía pero no sé porqué como que me deja pensativa... era el aire acondicionado. De repente Stephie y yo vemos que la nevera se enciende y el microondas muestra un numerito en su pantalla. Nos miramos la una a la otra con los ojos desorbitados y a partir de ahí.... no debería contar detalles, pero la escena incluye gritos histéricos y piruetas en el sofá.

Pero retomemos a la noche del ciclón, que es lo suyo. Como ya os conté, Stephie y yo nos fuimos a pasar la noche en una residencia en el campus universitario. A las 15.30h se dio el toque de queda y no se debía salir a la calle. Cerramos puertas, ventanas... y a esperar. Fuimos de los últimos en perder luz, que fue a las 22.15h. Las luces de emergencia quedaron encendidas y a través de las ventanas podíamos ver cómo el viento soplaba fuerte, como a ráfagas. Soplaba y se paraba. Soplaba y paraba. Sobre las 23.30h el viento empezó a tomar carrerilla, algunas ramas empezaban a caer y el suelo se cubría de hojas que volaban suavemente de un lado a otro. Lo curioso en este punto era lo difícil que nos resultaba visualizar lo que nos venía encima "Yo me esperaba algo más fuerte" decía alguno.  Pero estaba claro que eso era sólo el principio... Sobre media noche sacamos todos los colchones de los cuartos y los pusimos a lo largo del pasillo. Cerramos todas las puertas y pusimos algunos de ellos contra las puertas por si alguna ventana se rompía y resultaba en un efecto ventosa. El resto de colchones los extendimos por el suelo para dormir. A la 1.30 de la madrugada me debí quedar dormida. A las 2.30 me desperté a causa del ruido. Fue en ese preciso momento en el que empecé a sentir miedo. El ruido era ensordecedor, las luces de emergencia se habían apagado y se oían de fondo dos alarmas de incendios que habían saltado en los edificios de al lado. Cerraba los ojos y me resultaba difícil imaginar lo que estaba ocurriendo fuera... tenía la sensación de que el edificio iba a arrancarse del suelo como le ocurre a Dorothy en el Mago de Oz. Lo que me causaba más miedo era el desconocimiento, me preguntaba si ese era el momento más fuerte o si empeoraría... lo que me ponía los pelos de punta. No saber cuánto duraría era una sensación terrible. No paraba de pensar 'que pase ya, que pase ya' y soñaba despierta con regresar a mi casa, ver que estaba bien y que esto pasaría como una historia que le contaría a  mis nietos junto a una chimenea. Temía que alguna ventana se rompiera y me preparaba mentalmente por si ocurría. Fue poco más de una hora lo que aguanté hasta que pude conciliar el sueño de nuevo, una de las horas más largas de mi vida. Conseguí volver a dormirme, desconozco si la causa fue que el ruido disminuyó o si fue mi mente la que se agotó de tanto dar vueltas y vueltas... como si el mismo ciclón estuviera girando dentro de mi. Conseguí dormir y no desperté hasta las 8.30h. Bajo el efecto de una pastilla.


junto a mi casa
la puerta de mi casa













Por la mañana el viento soplaba fuerte y desde la ventana de la residencia se veían un par de arboles caídos y poco más, lo que me sorprendía enormemente. Salí a dar una vuelta a las 9h y empecé a ver los destrozos de alrededor. Arboles caídos uno detrás de otro como piezas de dominó. Nos avisaron de que podía venir otra tormenta y nos metimos en el edificio otra vez. Después de cinco horas, ninguna tormenta asomaba y Stephie y yo sólo queríamos regresar a casa. Tras mucho meditar nos cargamos con la mochila y comida, nos cubrimos con un poncho de agua y pusimos rumbo a casa... Nos quedaba más de media hora de camino a casa sin tener ni idea de lo que nos esperaba por el camino y menos todavía cuando llegaramos a casa. A los 100 metros un coche paró y nos ofreció llevarnos. Gracias, gracias, gracias... menos mal, menos mal, menos mal. Al llegar a nuestro barrio no nos lo podíamos creer. Los árboles cruzaban las calles, árboles de más de cincuenta años completamente rendidos ante Yasi. Al girar la esquina de nuestra casa vimos que el gran árbol de nuestro jardín estaba derrotado... sobre la carretera. Por gracia del destino los árboles cayeron sobre las calles, en lugar de sobre las casas. Detrás de la montaña de árboles a las puertas de nuestra casa conseguimos ver el techo intacto de nuestro hogar. Estaba entera. Nuestra pequeña casita sobrevivió al Yasi y esta historia queda ahora bien guardada entre  mis recuerdos con la esperanza de algún día poder contárselo a mis nietos junto a una chimenea :)


♥ Gracias y mil gracias de corazón por los mensajes, 
besos y cariños que recibí antes, durante y después de Yasi 

Un beso fuerte,

martita



miércoles, 2 de febrero de 2011

ESPECIAL CICLÓN YASI. A 8 horas de su llegada.


El ciclón Yasi está previsto como el ciclón más grande de la historia de Australia. Se acerca al estado de Queensland lentamente, lo que ha hecho que en los últimos dos días haya alcanzado su punto máximo y llegará a la costa australiana como un ciclón de nivel 5. El nivel 6 no existe. 


Así es como se ve el ciclón desde lo más alto del cielo, con un ojo bien definido y de más de 500km de ancho. Los vientos alcanzarán los 300km/h y puede tardar en cruzar entre 12 y 36 horas.

 

Este gráfico muestra la ruta prevista hace un par de horas. Yo estoy en Townsville. Sí, ahí justo.


Si os acordáis, yo estaba en un estupendo barco en mitad de la Gran Barrera. Los cinco miembros del equipo de investigación y yo tuvimos que abandonar el barco en Cairns y coger un vuelo a Townsville en menos de 24h. El capitán ha puesto rumbo al interior, hacia los manglares, con el resto de barcos. El puerto de Cairns está completamente vacío ya que no tienen permitido quedarse ahí.  A todos los valientes capitanes que están en sus barcos a la espera de que todo esto pase les deseo la mejor suerte del mundo... desde lo más profundo de mi corazón.

Stephie sonríe a nuestra llegada en la residencia.
Llegué ayer tarde a mi casa (a la que nos mudamos hace menos de un mes) donde Stephie, mi compañera, me esperaba impaciente. Después de mucho meditar decidimos que nuestra casa no es lo suficientemente segura y nos vinimos a la residencia universitaria donde pasamos nuestros primeros seis meses. Casualmente la universidad es un punto de acogida oficial así que estamos seguras y a salvo... Nos recibieron con los brazos abiertos y yo no hago más que sonreír desde  que pisé este edificio de ladrillos que tiene un techo firme que me encanta.



Siempre me he preguntado qué cosas me llevaría si me encontrara en una situación como esta. Fue fácil: mi ordenador y la cámara de fotos. Lo demás puede volar por los aires. Bueno... también metí mi tortuga de peluche. Hemos tenido menos de 3h para recoger la casa 'lo mejor posible' y hacer una mochila con reservas de comida y agua.  Básicamente hemos embutido libros y demás en nuestras maletas y las hemos puesto en lo alto de una mesa por si se inunda la casa. Aunque tenemos la suerte de vivir lejos de la playa (algo bueno tenía que tener...) y las probabilidades de inundación en nuestro barrio son menores. Mi miedo es que se rompan las ventanas y vuele todo por los aires así que por si acaso he metido las sartenes en la nevera.

Cerramos ventanas, puertas, apagamos los plomos y salimos por patas.

Stephie y yo somos dos europeas ignorantes. No tenemos la menor idea de lo que son vientos de más de 280km por hora ni tormentas con lluvias torrenciales de 50mm de agua/hora. Es gigante, muy grande, es lo único que se nos ocurre. En la tele los periodistas lo describen como 'monstruoso'. De hecho, ni siquiera los locales están seguros de lo que se avecina. Es un ciclón que hará historia.


Pero que no cunda el pánico. Stephie y yo estamos a salvo bajo este techo :)

Quedan 8 horas para que Yasi toque la costa y esta reportera dicharachera promete informar todo lo que pueda. La luz se irá en algún momento, pero en cuanto vuelva espero estar aquí de vuelta con buenas noticias.

Crucemos los dedos por Queensland en un día como hoy
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Para más información puedes visitar los siguientes links:

domingo, 30 de enero de 2011

DIARIO DE A BORDO. PARTE II


Siempre quise saber cómo es vivir en un barco, cómo son la cocina, la ducha, los cuartos… así que este post es para quienes cómo yo se han preguntado alguna vez cómo es una casa flotante y nunca han tenido la oportunidad de ver una.






En un barco no puede faltar un capitán.


Tampoco puede faltar una salita en la que comer, leer, conversar y pasar el rato. Esta vez también nos acompaña la tele con el Open de Australia y las noticias. Hay dos ciclones de camino a Queensland y la televisión se hace imprescindible para poder estar al tanto. Pero de esto hablaré en el siguiente post…


La cocina está en manos de Susi, una chef estupenda que me prepara unos platos vegetarianos riquísimos ñamñam



¡¡¡Qué rica la ducha después de un día de buceo!!! El agua sale calentita y todo :)



Imprescindible una llavecita para que la nevera no se abra cuando el barco está en marcha.



Igual con todas las puertas, para que no anden dando portazos todas tienen una clavija que las mantiene quietecitas. Aunque  las olas del viaje de anoche consiguieron hacer saltar una de ellas...



Como en cualquier otra casa, llega la noche y con ello la cena. Entonces el atardecer puede ser así de impresionante.



Hora de dormir. Dulces sueños y hasta prontito...


DIARIO DE A BORDO. PARTE I (en diferido)

Nunca antes había vivido en un barco. Desde lo más alto de él veo la puesta de sol mientras pienso en todo y en nada al mismo tiempo. Estoy completamente rodeada de agua y mis rizos se secan con la brisa del mar después de un largo pero maravilloso día de trabajo. Es mi cuarto día y finalmente siento entrar en rutina. Los dos primeros días fueron confusos, con fuertes lluvias y vientos que nos hicieron abortar buceos en más de una ocasión. Ahora por fin brilla el sol y el mar está tan en calma que le pone a una los vellos de punta. Tal vez está en calma porque está tomando carrerilla… está previsto un ciclón en la zona dentro de cuatro días. Un ciclón. Una vez vi uno en la tele y no estoy segura de que me apetezca estar en uno cuando me encuentro en un barco en mitad del mar. Pero no, la estrategia es otra; volvemos a puerto, nos acomodamos en un hotel y cenamos con un vinito. Es una buena alternativa… pero lo cierto es que no me quiero bajar del barco. Sólo la fuerza de un ciclón será capaz de hacerlo.

Mientras el ciclón se decide a venir o no yo disfruto de los encantos de vivir en un barco en mitad de la Gran Barrera. También disfruto de los desencantos, que los hay. Los últimos se reducen a la posibilidad de sentirte atrapada. Un día de lluvia y tormenta está bien, pero cuantos más días de lluvia, más pequeño se va haciendo el barco. Así de rápido aprendí que cuando se vive en un barco la buena compañía se hace imprescindible. Igualmente, la impresión de ver la lluvia caer y el viento soplar con fuerza desde mitad del océano es increíble. El barco se puede hacer más pequeñito, pero al tiempo se hace acogedor.


Y cuando sale el sol…. Oh cuando sale el sol. El mar queda en calma y mi alma le acompaña. Es entonces cuando las palabras se quedan cortas y las imágenes no hacen juicio. Hay que estar, verlo y sentirlo para poder creerlo. Con un día de sol y mar en calma todos los días de lluvia valen la pena. Para acercaros lo más posible a esta sensación os he dedicado un pequeño video…. Que lo disfruten :)

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