El jardín de mi casa antes y después del ciclón Yasi |
Hace menos de 10 minutos que recuperamos la electricidad en casa. En ese justo momento Stephie y yo nos disponíamos a salir por la puerta a la aventura de buscar un camping gas y unas velas después de 37 horas sin luz y una cena a la luz de cuatro velas de cumpleaños que duraron exactamente cuatro minutos. Y digo a la aventura porque encontrar una tienda abierta puede resultar cosa complicada, pero encontrar velas o un camping gas ni os cuento... El día antes del ciclón ya no quedaba nada en las tiendas. Ni agua, ni pan, ni radios, ni nada de nada. Y justo en el momento en que nos estamos poniendo las mochilas se oye un 'pirurí' que me recuerda a un sonido al que le tengo algo de manía pero no sé porqué como que me deja pensativa... era el aire acondicionado. De repente Stephie y yo vemos que la nevera se enciende y el microondas muestra un numerito en su pantalla. Nos miramos la una a la otra con los ojos desorbitados y a partir de ahí.... no debería contar detalles, pero la escena incluye gritos histéricos y piruetas en el sofá.
Pero retomemos a la noche del ciclón, que es lo suyo. Como ya os conté, Stephie y yo nos fuimos a pasar la noche en una residencia en el campus universitario. A las 15.30h se dio el toque de queda y no se debía salir a la calle. Cerramos puertas, ventanas... y a esperar. Fuimos de los últimos en perder luz, que fue a las 22.15h. Las luces de emergencia quedaron encendidas y a través de las ventanas podíamos ver cómo el viento soplaba fuerte, como a ráfagas. Soplaba y se paraba. Soplaba y paraba. Sobre las 23.30h el viento empezó a tomar carrerilla, algunas ramas empezaban a caer y el suelo se cubría de hojas que volaban suavemente de un lado a otro. Lo curioso en este punto era lo difícil que nos resultaba visualizar lo que nos venía encima "Yo me esperaba algo más fuerte" decía alguno. Pero estaba claro que eso era sólo el principio... Sobre media noche sacamos todos los colchones de los cuartos y los pusimos a lo largo del pasillo. Cerramos todas las puertas y pusimos algunos de ellos contra las puertas por si alguna ventana se rompía y resultaba en un efecto ventosa. El resto de colchones los extendimos por el suelo para dormir. A la 1.30 de la madrugada me debí quedar dormida. A las 2.30 me desperté a causa del ruido. Fue en ese preciso momento en el que empecé a sentir miedo. El ruido era ensordecedor, las luces de emergencia se habían apagado y se oían de fondo dos alarmas de incendios que habían saltado en los edificios de al lado. Cerraba los ojos y me resultaba difícil imaginar lo que estaba ocurriendo fuera... tenía la sensación de que el edificio iba a arrancarse del suelo como le ocurre a Dorothy en el Mago de Oz. Lo que me causaba más miedo era el desconocimiento, me preguntaba si ese era el momento más fuerte o si empeoraría... lo que me ponía los pelos de punta. No saber cuánto duraría era una sensación terrible. No paraba de pensar 'que pase ya, que pase ya' y soñaba despierta con regresar a mi casa, ver que estaba bien y que esto pasaría como una historia que le contaría a mis nietos junto a una chimenea. Temía que alguna ventana se rompiera y me preparaba mentalmente por si ocurría. Fue poco más de una hora lo que aguanté hasta que pude conciliar el sueño de nuevo, una de las horas más largas de mi vida. Conseguí volver a dormirme, desconozco si la causa fue que el ruido disminuyó o si fue mi mente la que se agotó de tanto dar vueltas y vueltas... como si el mismo ciclón estuviera girando dentro de mi. Conseguí dormir y no desperté hasta las 8.30h. Bajo el efecto de una pastilla.
junto a mi casa |
la puerta de mi casa |
Por la mañana el viento soplaba fuerte y desde la ventana de la residencia se veían un par de arboles caídos y poco más, lo que me sorprendía enormemente. Salí a dar una vuelta a las 9h y empecé a ver los destrozos de alrededor. Arboles caídos uno detrás de otro como piezas de dominó. Nos avisaron de que podía venir otra tormenta y nos metimos en el edificio otra vez. Después de cinco horas, ninguna tormenta asomaba y Stephie y yo sólo queríamos regresar a casa. Tras mucho meditar nos cargamos con la mochila y comida, nos cubrimos con un poncho de agua y pusimos rumbo a casa... Nos quedaba más de media hora de camino a casa sin tener ni idea de lo que nos esperaba por el camino y menos todavía cuando llegaramos a casa. A los 100 metros un coche paró y nos ofreció llevarnos. Gracias, gracias, gracias... menos mal, menos mal, menos mal. Al llegar a nuestro barrio no nos lo podíamos creer. Los árboles cruzaban las calles, árboles de más de cincuenta años completamente rendidos ante Yasi. Al girar la esquina de nuestra casa vimos que el gran árbol de nuestro jardín estaba derrotado... sobre la carretera. Por gracia del destino los árboles cayeron sobre las calles, en lugar de sobre las casas. Detrás de la montaña de árboles a las puertas de nuestra casa conseguimos ver el techo intacto de nuestro hogar. Estaba entera. Nuestra pequeña casita sobrevivió al Yasi y esta historia queda ahora bien guardada entre mis recuerdos con la esperanza de algún día poder contárselo a mis nietos junto a una chimenea :)
♥ Gracias y mil gracias de corazón por los mensajes,
besos y cariños que recibí antes, durante y después de Yasi ♥
besos y cariños que recibí antes, durante y después de Yasi ♥
Un beso fuerte,
martita
alivio! la casa de mi hermana y Hugh bien tambien! Besos!
ResponderEliminar¡Qué bien Caty! Me alegra muchísimo. Ya pasó lo peor y tuvímos mucha suerte :)
ResponderEliminarUn beso muuuy fuerte ♥
Enhorabuena!! al final ha quedado en un "sustillo" eso si.. gordo... muy buen reportaje, es fantástico poder ver los vídeos de primera mano, menuda manta de agua caía!! ni imaginar como fue en pleno apogeo! yo viví una similar (no tan fuerte!...) en Los Roques en Venezuela a bordo de un velero y la verdad es que mientras que estas en el ajo... uff!!
ResponderEliminarMe alegro de que vuestra casa este bien y podáis recuperar el ritmo lo antes posible!
Saludos!
Me alegro de que todo haya ido bien Marta. Que aventura!!!
ResponderEliminarUn beso!
Paco
Cuánto me alegro que estés bien nenita, pensaba que estarías incomunicada un par de días más y hoy cuando he visto la alerta de tu blog ha sido una alegría!!
ResponderEliminarMe encanta ver que sigues teniendo casa, microondas y aire acondicionado, uf menos mal!
Un besito de tu sister preferida!
¡¡Sister de mi corazón!! No sabes la alegría que es tener casa micro y aire acondicionado... ¡pero lo más, lo más es que encima todo funciona! no somos conscientes de lo que dependemos de la luz y electricidad hasta que lo perdemos... como todo :) te quiero pucho pucho a ti y al truchito... ♥
ResponderEliminarManu, tu historia del velero me pone los pelos de punta. ¡Espero poder intercambiar aventuras cicloneras muy pronto frente al Mediterráneo! ;) un beso grande y muchísimas gracias por tus lindos mensajes.
Paquito, un AVENTURÓN. Ya tengo algo que contar en nuestra próxima cena ;) ¡un beso gordo!
Me gusta la vena sociológica de "Vamos a hacerle una entrevista a los enanos del barrio". Jejeje
ResponderEliminarBesos
jajajaja ¡Delio! Es que lo llevo dentro ;) un beso GIGANTE para ti y para tu rubia. ¡mua!
ResponderEliminarYo también quiero estar en la chimenea cuando cuentes la aventura del ciclón con mis biznietos
ResponderEliminarPufff Marta, también estoy leyendo ahora tus posts de antes/después del huracán Yasi... Sin palabras nos has dejado con tus posts. Gracias y un abrazo.
ResponderEliminarPapín anónimo, estarás junto a esa chimenea. Ya te aviso que será la de Mojacar ;)
ResponderEliminarDesde luego una aventura inolvidable, Ricardo. ¡Casi me quedo yo sin palabras...!