Acabo de dar uno de los paseos más bonitos de mi vida. Ha sido en un tractor, bajo un cielo estrellado y una luna sonriente como la del gato de Alicia. El tractor surcó por un bosque encantado, lleno de pendientes y ramas entrelazadas. El ruido del motor impedía una conversación con mi conductor, lo que me permitió dejarme llevar en silencio, sentir la brisa en la cara y disfrutar de un cielo de ensueño. Durante el viaje he pensado en muchas cosas y en nada al mismo tiempo. He sentido que mi vida era ese momento justo, sin pasado ni futuro, un presente continuo en el que mi vida se reducía a lo que sentía a cada instante que respiraba. Es el aquí y el ahora. Tu vida es esta que pasa mientras me lees.
Mi país de las maravillas es mi vida, la que corre ajena al tic tac del reloj del conejo blanco. No importa lo que haga o lo que ocurra, ella siempre continúa. Y yo, a cada tic tac de mi respiración, espero estar inhalando toda la vida posible.
Allá donde estés, te reto a detener el tiempo frente a un atardecer o un cielo estrellado. No hay nada como la inmensidad del cielo para sentirnos pequeños y a la vez más vivos que nunca.
Disfruta de tu país de las maravillas.
Un beso,
Marta